Dicen que la búsqueda de la felicidad es una de las principales causas de la infelicidad. Y es que hoy en día existe una especie de presión colectiva para ser felices, y ser felices es algo que en muchos casos va más allá de nuestras capacidades, en la contingencia y el caos del mundo. Encontrar significado es algo más estable. De hecho, se podría definir una vida significativa como una forma de felicidad sostenible, sin extremos. Como escribió Helen Keller: «Muchas personas tienen la idea equivocada de lo que constituye la verdadera felicidad. No es lograda a través de la autogratificación sino a través de la fidelidad a un propósito valioso». Keller parece estar distinguiendo entre la felicidad hedonista –que domina el mundo actual– y la eudaimonía o felicidad que viene del «buen demonio» o espíritu (la cual, según Aristóteles, era superior). Esta última es la satisfacción serena y continuamente motivada que proviene de tener un propósito o sentido y de ahí derivar una actitud y una labor. El ser humano que encuentra la eudaimonía generalmente siente que su existencia trasciende las veleidades de su ego y obedece a principios más altos o grandes, ya sea que vive por el amor a otros, por el bien de la humanidad o por una motivación intelectual cuyo fin es producir conocimiento de uno mismo , conocimiento dle porque de una existencia pero sobre todo para alcanzar un crecimiento personal que nos permite la evolución necesaria cuando nos marchemos del cuerpo físico.
Hoy es el primer día de tu vida
Este es el extracto de la entrada.